La Mantilla
Historia de la Mantilla Española
Elaboración de la Mantilla
A finales del siglo XVIII con la invención del tul mecánico comienza a surgir el bordado sobre tul a principios del siglo XX se comenzaron a organizar los primeros talleres en Granada.
La elaboración de los dibujos de tul mas antiguos presenta una decoración menuda y muy tupida y en algunas aparece el motivo de la granada, con el tiempo lo motivos se hacen mas grandes y dispersos, inspirándose en la ornamentación nazarí de la Alhambra. Esta labor pasaría a ser más conocida como la blonda granadina.
A día de hoy en este taller se sigue utilizando la misma técnica de bordado creando piezas únicas al tratarse de un trabajo artesanal, piezas que se pueden personalizar a petición del cliente.
Si hablamos de la historia de la mantilla en los últimos 50 años hay que hablar de Encarna Berrio con una presencia indiscutible en el mundo de las mantillas y bordados.
Encarna Berrio nació en el patrimonio y la tradición familiar que desde principios de siglo está caracterizada por la combinación de la pura y tradicional artesanía con la innovación contemporánea.
Ella ha sabido crear un propio estilo atemporal y personalizado con una gran acogida tanto a nivel nacional como internacionalmente.
La Mantilla
El arte de la mantilla y sus usos para Encarna Berrio es una autentica exigencia interior que refleja en cada una de sus creaciones.
Creaciones que descubren a una mujer que debe lucirse, dejarse ver, mostrarse ante todos y ante todo. Se trata de una mujer que desprende sosiego, intimismo, profundidad y sabiduría.
Una mujer que no pierde el equilibrio entre la improvisación y la premeditación.
Una mujer que por sus ojos desprende la esencia de la magia de un sentimiento de feminidad y de la elegancia en su estado más puro.
Protocolo a lo largo de la Historia de la Mantilla Española
Las mantillas son una prenda de tradición española, evolución del antiguo velo que lucían las mujeres para acudir a celebraciones religiosas.
Su origen aunque difuso se fecha en la cultura ibera, cuya función era protegerse del frío. Su evolución se vio influenciada por diferentes factores de tipo social, religioso, e incluso climático, pero no fue hasta principios del siglo XVI cuando se generalizó el uso hasta convertirse en pieza ornamental fundamental en el vestuario femenino elaborándose con encajes y ya en el XIX se alzo como seña de identidad de la mujer española, gracias al empeño de la Reina Isabel II.
Actualmente la mantilla española es una pieza indispensable en bodas y tardes de toros, y según la tradición y el protocolo, la mantilla blanca o marfil es para las solteras, y la negra para las casadas.
Según reza el protocolo, para lucir mantilla, es indispensable acompañarla de una buena peineta, pero si se va acompañada hay que tener presente su altura así como la nuestra.
La mantilla debe adaptarse a la estatura de su dueña, sin sobrepasar el largo de la falda. Por la parte delantera, deberá llegar a la altura de las manos, y por detrás, un poco más abajo de la cadera.
En las bodas la madrina si la ceremonia es de día, debe llevarla acompañada de traje corto y si es de la tarde-noche, con traje largo y en cuanto a las invitadas pueden optar por los llamados picos, de menor tamaño pero igual calidad.
Por último, las protagonistas de las bodas, las novias lo tienen muy fácil con el color, blanco o marfil, pero además de la opción tradicional de la mantilla pueden decantarse por los velos de novia, con más longitud y distinción.